Vía Visual
Los dos nervios ópticos (derecho e izquierdo) se dirigen hacia el encéfalo, cruzando por delante de la silla turca y formando el quiasma óptico. De allí, en forma de cintilla óptica se dirigen al tálamo, desde donde cursan hacia la corteza cerebral occipital.
Las fibras visuales provenientes de la fóvea, no viajan junto al resto de las fibras visuales incluidas en el fascículo geniculocalcaríno. Una lesión de este fascículo no afecta a las fibras provenientes de la fóvea (Figura 6).
La vía visual está cruzada de modo relativamente complicado. Cada ojo tiene un campo visual que puede ser dividido en mitades en el plano vertical. Por la curvatura del globo ocular, las hemirretinas temporales (es decir que quedan orientadas hacia los lóbulos temporales) ven las porciones internas (campos visuales nasales), mientras las hemirretinas nasales (que quedan hacia adentro) ven los campos visuales temporales (es más fácil recordarlo como “dentro mira afuera”, “afuera mira dentro”). Las fibras de la retina temporal no se cruzan en el quiasma óptico, pero si lo hacen las fibras de la retina nasal. Esto trae como consecuencia que distintas alteraciones en la vía visual conducirán a distintas reducciones de los campos visuales. En la figura 6, está esquematizada la vía visual y la consecuencia de la disección en distintos puntos de la vía.