Lactancia Materna
Durante el embarazo los niveles de progesterona y estrógenos producen un gran desarrollo de la glándula mamaria (Figura 11). Posteriormente, la adenohipófisis comienza a secretar prolactina, cuya función es la de estimular la producción de leche. Aunque los niveles de prolactina aumentan conforme avanza el embarazo no hay secreción de leche, porque la progesterona inhibe los efectos de la prolactina. Después del parto disminuye la concentración de estrógenos y progesterona maternos y se interrumpe dicha inhibición.
La succión del neonato es el estímulo principal para que continúe la secreción de prolactina durante la lactancia, dicha succión estimula al hipotálamo, donde decrece la liberación de la hormona inhibidora de la prolactina (PIH) y aumenta la de la hormona liberadora de prolactina (PRH), de modo que la adenohipófisis libera más prolactina. La oxitocina estimula la eyección de la leche junto con la retracción del útero a su posición natural. (Figura 12 y 13)
Hacia finales del embarazo y en los primeros días después del parto, las glándulas mamarias secretan un líquido lechoso, llamado calostro. Aunque no es tan nutritivo como la leche, ya que contiene menos lactosa y está desprovisto de grasas, resulta adecuado hasta la aparición de la leche verdadera, hecho que ocurre hacia el cuarto día de vida postnatal. El calostro y la leche materna contienen anticuerpos que protegen al lactante durante los primeros meses de vida (Figura 14).
Es frecuente que la lactancia bloquee el ciclo ovárico durante los primeros meses que siguen al parto, en el supuesto de que la frecuencia de succión sea de 8 a 10 veces al día. Sin embargo, se trata de un efecto inconstante y la ovulación precede a la primera menstruación subsiguiente al parto, por lo tanto la lactancia no se considera como un método anticonceptivo.
Son indudables los beneficios de la lactancia materna, entre los cuales se destacan:
Beneficio nutricional: su mayor beneficio es el nutricional, debido a una innumerable lista de elementos nutritivos traspasados directamente y listos para ser asimilados por el neonato, eso sí, siempre y cuando la madre esté bien alimentada . Los niños amamantados con leche materna no requieren ingesta de agua adicional, lo que se traduce en evitar el estreñimiento, asimismo, se evita la incorporación de sabores y texturas prematuramente y una menor incidencia de reflujo.
Recepción de anticuerpos: traspaso temprano de anticuerpos que posee la madre y que son trasferidos gratuitamente al neonato, lo que constituye un tipo de inmunidad pasiva natural.
Más higiénica: por el hecho de no contemplar la manipulación y uso de utensilios como mamaderas y chupetes, expuestos a agentes patógenos.
Relación afectiva: la alimentación al pecho es óptima para el crecimiento del lactante, mejora el desarrollo neurológico e intelectual. Intensifica sin duda la relación madre – hijo, que se fortalece notablemente.