Sistema Circulatorio
Para que las células de nuestro organismo puedan llevar a cabo todas sus reacciones metabólicas de manera adecuada, necesitan un aporte constante de nutrientes y oxígeno, así como también, eliminar los desechos producidos por su propia actividad.
La función de transporte de las sustancias nutritivas y del oxígeno hacia las células, y la recolección de desechos metabólicos para su posterior eliminación, es realizada por el sistema circulatorio. Además de esta función de transporte, los órganos y tejidos que conforman el sistema circulatorio participan en la regulación de la temperatura corporal y en la defensa de nuestro organismo contra agentes patógenos.
Funcionalmente, el sistema circulatorio humano está constituido por la circulación sanguínea y la circulación linfática.
La circulación sanguínea consta de un medio liquido, la sangre; un sistema de vasos sanguíneos, por los cuales circula la sangre; y el corazón, órgano que impulsa el movimiento de la sangre a través de los vasos sanguíneos.
La sangre
La sangre es un tejido de consistencia líquida formado por dos fracciones. Un 55% del volumen sanguíneo total corresponde al plasma sanguíneo, un líquido acuoso de color amarillento que contiene diversas sustancias disueltas. El otro 45% del volumen sanguíneo lo constituyen los elementos figurados, que son células y fragmentos celulares que se encuentran suspendidos en el plasma.
Vasos sanguíneos
Los vasos sanguíneos son una serie de conductos que recolectan y distribuyen la sangre desde el corazón hacia los tejidos, y después la devuelven al corazón. En los seres humanos, como en todos los vertebrados, y en algunos invertebrados, los vasos sanguíneos forman un circuito cerrado, formado por las arterias, los capilares y las venas. La sangre sale del corazón y es recogida por las arterias. las cuales se dividen en múltiples ramas que conducen la sangre hacia los capilares. Luego. los capilares confluyen para formar las venas, que conforman la via a través de la cual la sangre regresa al corazón.
El corazón
El corazón es un órgano que en el curso de la evolución de los vertebrados ha experimentado variación en el número de cámaras, conteniendo una o dos aurículas, cámaras que reciben sangre proveniente de los tejidos y uno o dos ventrículos, los cuales bombean sangre hacia las arterias. En aves y mamíferos, la pared de los ventrículos es completa, impidiendo la mezcla de sangre oxigenada y desoxigenada. La separación completa de las mitades derecha e izquierda, exige que la sangre pase dos veces al circular por el cuerpo. Esto hace posible mantener presiones sanguíneas elevadas y suministrar a los tejidos los materiales de forma rápida y eficiente. En estos organismos la sangre contiene más oxígeno por unidad de volumen y su velocidad de circulación es mayor, ya que los tejidos reciben gran oxigenación permitiendo que estos organismos puedan mantener una alta tasa metabólica y una temperatura corporal regular, independiente de la temperatura ambiental.
Anatomía cardíaca
El corazón humano es un órgano cónico relativamente pequeño, de tamaño casi igual al puño de la persona, con una masa promedio de 250 g. Está formado por tres capas; una externa llamada Epicardio, una capa media; gruesa y contráctil denominada Miocardio; la que constituye la musculatura cardíaca, y el Endocardio, delicado epitelio que se encuentra en contacto directo con la sangre y se continúa con el endotelio de los vasos sanguíneos. Interiormente, el corazón está dividido en dos partes: el lado derecho e izquierdo. La división anatómica y funcional está constituida por el tabique central. Tanto en el lado derecho como en el izquierdo hay una cavidad superior (aurícula) que recibe la sangre proveniente de las venas, y una cavidad inferior (ventrículo), por donde la sangre es eyectada hacia las arterias. Para “asegurarse” que la sangre fluya en una sola dirección, los ventrículos (derecho e izquierdo) tienen una válvula en sus entradas (válvulas aurículo-ventriculares) y otra en sus salidas (válvulas semilunares o sigmoideas) Figura 2.