Intercambio de gases en las plantas
El carbono es uno de los elementos determinantes de todos los procesos vitales. Este átomo forma la estructura básica de las moléculas orgánicas que construyen y mantienen vivos a los organismos. Como sabemos, este elemento es capaz de unirse fuertemente con otros átomos de carbono y formar largas y complejas cadenas que constituyen los elementos básicos, ‘ladrillos’ con los que se sostiene toda la estructura vital. Todos los animales, incluyendo al hombre (heterótrofos), obtienen el carbono al consumir vegetales (autótrofos), los cuales son los únicos capaces de asimilarlo mediante el proceso de la fotosíntesis, clave para mantener la vida en la Tierra.
Intercambio de gases en las plantas
Las plantas terrestres toman de la atmósfera el CO2 que más tarde integran a las moléculas orgánicas que forman. Este gas entra al vegetal a través de los estomas, en la mayoría de las plantas fotosintéticas, con excepción de las plantas acuáticas que carecen de ellos y toman el CO2 disuelto en el agua. Al abrir los estomas para el intercambio de gases, las plantas pierden cierta cantidad de agua en forma de vapor, por lo que el clima adquiere una importancia relevante como factor limitante.
Las plantas, al igual que todos los seres vivos, requieren oxidar moléculas orgánicas para extraer de ellas energía, la que habitualmente se obtiene en la forma de ATP. Este proceso denominado respiración celular aeróbica se efectúa en las mitocondrias, que genera como productos de desecho, CO2 y H2O, los que deben ser eliminados a través de los estomas (Figura 15)
Además, los vegetales efectúan durante las horas de luz del día, fotosíntesis, que asociamos al organelo cloroplasto. Durante dicho proceso el vegetal genera O2 y biomoléculas. El oxígeno abandona el vegetal a través de los estomas (Figura 16).
En resumen, un vegetal debe efectuar tanto respiración celular como fotosíntesis e intercambiar con su entorno diferentes gases. Un vegetal, libera al ambiente CO2 y O2, y consume O2 y CO2.