Mecanismo de Acomodación Ocular
Acomodación Ocular
En la visión lejana (objetos ubicados a más de seis metros de distancia del ojo) los rayos luminosos que provienen de un punto en el espacio, son considerados paralelos al ingresar al globo ocular y convergen formando un punto en la retina debido a la refracción convergente que experimentan al pasar por la córnea y el cristalino (lentes convexos). En estas circunstancias, los músculos ciliares permanecen totalmente relajados, determinando que el cristalino tenga un máximo aplanamiento y con ello su menor poder de convergencia, adecuado para hacer converger los rayos paralelos exactamente sobre la retina formándose la imagen.
En la visión cercana (objetos a menos de seis metros) los rayos luminosos llegan al ojo en forma divergente por lo que el cristalino debe aumentar su poder de convergencia (aumentar su diámetro central) con el fin de proyectar la imagen sobre la retina y no detrás de ella. El proceso de enfocar el ojo para la visión a diferentes distancias se denomina acomodación ocular y se debe a cambios del diámetro central del cristalino. En el hombre y demás mamíferos, esta acomodación depende de la elasticidad del cristalino y el mecanismo correspondiente reside principalmente en el músculo ciliar. Los músculos ciliares son parte del cuerpo ciliar, estructura en forma de anillo que lleva numerosas prolongaciones – los procesos ciliares – donde se insertan los ligamentos suspensorios (zónula).
El aumento de la curvatura del cristalino se lleva a cabo gracias a la contracción de los músculos ciliares. Cuando estos se contraen, el cuerpo ciliar y la coroides son arrastrados hacia adelante, hacia la córnea. Como consecuencia de este desplazamiento, el ligamento suspensorio se afloja y el cristalino por su propia elasticidad, adquiere la convexidad necesaria para la “visión próxima o cercana” (el cristalino aumenta su diámetro central).
Si se mira un objeto distante, los músculos ciliares se relajan, permitiendo que la presión intraocular desplace el cuerpo ciliar hacia atrás y provoque el estiramiento del ligamento suspensorio. Como resultado, el cristalino se aplana y queda en condiciones apropiadas para la “visión lejana” (Figura 5).